A pesar de las buenas intenciones de Be, Adriana se niega a hablar con su padre. Su rencor la impide perdonarle y olvidar estos años de abandono en los que no ha sabido nada de él y duda de sus intenciones. Al recibir la noticia, Claudio no se sorprende. Conoce a su hija, es muy testaruda y no piensa dar su brazo a torcer. Sin embargo, Claudio se revela como un hombre muy persuasivo y logra convencer a Be de que no publique ningún artículo relativo a los Perlines.